Organización ante la Pandemia y el Terror de Estado

Entrevista con Oscar Olivera, dirigente fabril durante 30 años y fue uno de los dirigentes más importantes del Frente de Defensa del Agua y la Vida durante la Guerra del Agua (Cochabamba,2002) en la que después de 5 meses lograron evitar la privatización del agua. Actualmente forma parte de la Fundación Abril que se dedica a la cosecha del agua y huertos en barrios y escuelas de Cochabamba.

Abril, 2020.

“Todos los pueblos estamos sufriendo las consecuencias de una pandemia brutal, asesina. Y estamos sopesando en carne propia estas políticas económicas de una despreocupación absoluta de los estados por fortalecer, hacer crecer y hacer participar a la gente en espacios vitales para la salud pública. El tema de la descentralización, que se dé más participación y poder a las regiones y puedan asumir decisiones de manera autónoma, sin depender del centralismo que existe hoy en varias partes. Creo que estas políticas no solo las hemos visto aquí en Bolivia sino también las hemos visto en el Norte, donde se ha relegado el tema de la salud pública a niveles tan despreciables, privatizándolo o recortando recursos; y hemos visto como han enfrentado la pandemia de manera absolutamente irresponsable y, yo diría, incapaz. Este desmantelamiento de la salud pública está ocasionando enormes estragos y está quitando la vida a miles de personas fundamentalmente a ancianos, pero también a jóvenes, mujeres y niños de sectores populares.

Por otra parte, la falta de médicos, la falta de agua. Aquí en Cochabamba, en Bolivia, son 3 millones de personas que no tiene acceso al agua por tubería, considerando que una de las principales armas para combatir el Coronavirus es el agua y el jabón. Entonces, ¿Cómo podemos enfrentar esta difícil situación y adecuarnos a las normas higiénicas que mínimamente está recomendando la Organización Mundial de la Salud? O sea, es terrible la falta de insumos, la falta de capacitación, de médicos, de enfermeras; la falta de infraestructura hospitalaria, la falta de elementos tan esenciales como una mascarilla. Me contaban que en todo el mundo, particularmente en Estados Unidos,  Inglaterra y Francia, las fábricas no tienen un solo taller de costura que puedan fabricar barbijos para cubrirse el rostro. Todo está hecho en la China. Estas políticas económicas mundiales de establecer espacios de producción determinados, de abaratamiento de costos, de subestimar la importancia de un elemento tan básico como el barbijo está ocasionando miles de muertes que podrían ser evitadas con políticas de otra naturaleza, públicas, estatales, con un sentido humano.

Yo diría aquí que los autodenominados de izquierda, ni de derecha, han podido ser capaces de recomponer estos sectores para el bienestar de la población. Reitero la falta de agua, pero también la falta de organizaciones fuertes, autónomas que permitan a la población participar de manera plena en enfrentar el Coronavirus, donde haya una confianza mutua entre organizaciones y con los gobernantes. Realmente es un escenario desolador el cómo podemos, enfrentar la pandemia desde la perspectiva técnica, medica, de salud, pero también desde la perspectiva social, organizativa. Un pueblo desorganizado, desconfiado el uno con el otro, un pueblo dividido por la partidocracia, un pueblo donde hay sectores que solamente creen en el jefe y no creen en sus propias fuerzas, o en su propios hermanos, en sus propios vecinos. Realmente son escenarios que deben llevarnos a pensar, y a actuar, en que la única manera de enfrentar el coronavirus y cualquier otro tipo de situación que amenace a los pueblos, tiene que ser enfrentado por los pueblos organizados, confiados, con un tejido social muy fuerte; exigiendo autonomía, exigiendo la horizontalización del poder, que no esté centralizado. Es un periodo de enorme reflexión también. No solo para resistir sino para cambiar el sentido de nuestra vida.

El Terror de estado durante la Pandemia

En Bolivia, y en todas partes, el estado ha decidido ejercer el poder desde arriba, para implementar políticas de terror, de imposición y de autoritarismo. De tal forma que la gente se sienta absolutamente sola, recluida, confinada en sus domicilios, muchos ni siquiera con familia, sino absolutamente solitarios. Es decir, cuando la gente tiene miedo, es un pueblo sin ese hayu, que decimos en quechua, sin ese espíritu que nos permite enfrentar de manera plena una situación. Ahora tienen más poder los policías y militares en las calles, son ellos los dueños de nuestros espacios públicos y somos los ciudadanos comunes los que tenemos que recogernos en nuestros propios sitios.

Esta política de separación, de desconfianza, de temor, de individualismo, son políticas que el neoliberalismo, el gran capital y los grandes poderes económicos y políticos están implementando para destruirnos pero la gente, nuestros pueblos que no se resignan, son pueblos que se dan absolutamente cuenta de lo que está pasando y frente a eso tenemos que repensar, primero, en un nuevo lenguaje que nos permita recuperar la confianza entre todos y todas, re conceptualizar palabras muy importantes como democracia, poder, participación política, miedo solidaridad reciprocidad, complementariedad. Creo que son estos los espacios que debemos construir a partir de nuestro confinamiento familiar, para establecer, nuevamente y de a pocos, vínculos con todos esos valores, actitudes, pensamientos y visiones en el conjunto de la sociedad. Seguramente será muy largo, más difícil que antes pero no tenemos otra alternativa que ponernos de pie, como siempre lo hemos hecho, para seguir caminando. Sino, estaremos contra la pared, con la espada en el pecho, sin poder retroceder más y, finalmente, aceptar de manera muy resignada que el gran capital, el neoliberalismo y el miedo nos venzan y nos maten definitivamente. Pero creo que eso los pueblos nunca lo van a aceptar, debemos seguir caminando tomados de la mano y pensar que solo los pueblos salvaran a los pueblos, solo la acción colectiva y el establecimiento de horizontes comunes construidos colectivamente y soñados colectivamente nos van a permitir seguir avanzando. Creo que la esperanza, nuestros sueños y nuestra capacidad de seguir siendo empujados por el legado de nuestros abuelos y abuelas, nuestros papás y mamás, son los que nos van a permitir seguir avanzando en estos momentos tan difíciles, tan oscuros, con tanta incertidumbre. No tenemos otra alternativa más que volver a encontrar esa luz que nos permita seguir avanzando.

Los pueblos ante la Pandemia

Bueno, acá, hay sectores populares, sectores rurales que se están organizando, que se están restituyendo a través, por ejemplo, del trueque en los campos, esa actividad económica social, absolutamente horizontal, trasparente y solidaria. Se están construyendo espacios de cocinas comunitarias, de ollas comunes, de acopio para la atención a los más necesitados, a los ancianos solitarios, a la gente  de la calle. En si todavía son acciones muy esporádicas, muy de corazón, pero creo que estas actividades tienen que tener una dimensión mucho más profunda, mucho más organizativa, mucho más política; que nos permitan actuar, reitero, más colectivamente, más conscientemente. El mundo va a cambiar definitivamente, no va a ser el mismo mundo y ojalá que no sea, porque muchos dicen que quisieran volver a lo de antes, yo creo que era una pesadilla, una pesadilla del estrés, de la incertidumbre, del miedo, de la inseguridad, esa es la realidad. Con el coronavirus  yo creo que esa pesadilla tiene que desaparecer, y más bien empezar a pensar como construimos un mundo nuevo, un mundo donde la alegría, la transparencia, la organización, la reciprocidad sean los valores que cada día nos vayan impulsando a ser mejores como personas y también como colectivos organizados. No nos va a salvar ningún gobierno, no nos va a salvar ninguna vacuna, no nos va a salvar ningún caudillo. La salvación está en nuestras propias manos, en nosotros mismos. Creo que un escenario muy positivo es que la gente confinada en su espacio se está dando cuenta de que ese mundo que habíamos vivido antes del coronavirus era un mundo de terror y que ese mundo  fundamentalmente tenemos que sepultarlo y empezar a construir un mundo nuevo.